El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó que el valor de la Canasta Básica Total (CBT), que mide el nivel de ingresos que tiene que tener una familia para no ser pobre, subió 4,4 por ciento en noviembre. Mientras que la Canasta Básica Alimentaria (CBA) creció 3,1 por ciento. De esta forma, una familia de cuatro integrantes necesitó 145.947 pesos para no ser pobre ser pobre y 64.012 pesos para no ser indigente.

    Ambos indicadores aumentaron por debajo del índice mensual de inflación, que en noviembre mostró una desaceleración importante y marcó un aumento de 4,9 por ciento frente al 6,3 por ciento del mes anterior. El rubro alimentos y bebidas, uno de los componentes principales de la canasta de pobreza y el que explica la canasta de indigencia, mostró una particular desaceleración, de 3,5 por ciento en el mes cuando venía arrojando aumentos por encima del 6 por ciento mensuales.

    A pesar de la baja mensual, ambas canastas siguen arrojando aumentos anuales y acumulados por encima del indice de inflación general. Con respecto a noviembre de 2021, las variaciones de la CBA y de la CBT fueron del 101,8 por ciento y 97,4 por ciento en términos interanuales, mientras que la inflación general fue de 92,4 por ciento. En lo que va del año los incrementos acumulados fueron del 94,2 por ciento y 91,7 por ciento para las canastas de indigencia y de pobreza, respectivamente. Ambos indicadores sensiblemente por encima de la inflación acumulada en 2022, de 85,3 por ciento hasta noviembre.

    La canasta básica alimentaria está determinada tomando en cuenta los requerimientos normativos calóricos y proteicos imprescindibles para que un varón adulto de entre 30 y 60 años, de actividad moderada, cubra durante un mes esas necesidades. Se seleccionan los alimentos y las cantidades en función de los hábitos de consumo de la población, a partir de la información provista por la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares.

    Al ritmo de la inflación

    La desaceleración de noviembre coincidente naturalmente con la del IPC nacional. Desde el entorno del ministro de Economía Sergio Massa, subrayan como relevante el ordenamiento fiscal, al reducir de 12,4 por ciento el déficit fiscal que encontraron en agosto al 2,5 por ciento que confían se registrará al cierre de 2022, cumpliendo con la pauta comprometida con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

    Estos recortes permitieron cortar la emisión para financiar el rojo fiscal, una de las principales razones de la suba de precios. No obstante, esta política tiene como contrapartida la necesidad de aumentar la tasa de interés en las colocaciones de deuda en pesos para conseguir los fondos que cubran el desequilibrio. De hecho, en la última licitación los rendimientos ofrecidos llegaron al 120 por ciento.

    A su vez, en el Palacio de Hacienda remarcan la política del Banco Central de sostener una tasa de interés real positiva, que incentiva al público a mantener sus colocaciones en los bancos y así evitar más presiones sobre el tipo de cambio.

    Entre los puntos que redujeron la inflación al 4,9 por ciento el mes pasado, el propio ministro remarcó públicamente la reconstrucción de relaciones y la recuperación del crédito ante organismos internacionales como el BID y el Banco Mundial, lo que derivó en la aprobación de préstamos que estaban trabados. A ello se sumó la renegociación de la deuda con el Club de París y el cumplimiento de las pautas con el FMI que concluyen en los desembolsos previstos en el programa de Facilidades Extendidas vigente.

    También consideró esencial la implementación del nuevo régimen de importaciones, dado que ordenó las aprobaciones y evitó una sangría de dólares para la compra de productos o insumos que no son prioridad para el aparato productivo.

    Acerca del programa Precios Justos, desde Economía subrayaron que el diseño de un plan con sendero de precios para 49.000 productos y otros 2.000 con precios fijos, ordenó las expectativas y generó que el rubro alimentos tuviera un alza del 3,5 por ciento, el más bajo de todos los que releva la encuesta del INDEC. Son optimistas en cuanto al futuro. «La confirmación de un proceso gradual de reducción inflacionaria, que si bien puede tener algún mes dispar, se espera que marque una tendencia durante el primer cuatrimestre de 2023».