El embajador ante la OEA, durante una exposición en el organismo, vinculó la «metodología cruenta» de las dictaduras que asolaron latinoamérica entre las décadas de los 70′ y 80′ con el proyecto político social y económico, que impusieron y que buscó «impedir el desarrollo soberano de nuestros pueblos».

    El embajador argentino ante la OEA, Carlos Raimundi, aseguró este jueves que el golpe de Estado en Chile, el 11 de septiembre de 1973, fue «un laboratorio para la inauguración de las políticas neoliberales» luego aplicadas en toda América Latina, instrumento que -juzgó- es actualizado a través del lawfare para imponer el «mismo proyecto de ajuste económico y social» de las dictaduras que en los 70′ y 80′ asolaron la región.

    «El golpe de Chile fue un laboratorio para la inauguración de la políticas neoliberales que se iban aplicar en todo el continente», dijo Raimundi, al exponer en una sesión especial de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde se conmemoró el 50º aniversario del derrocamiento del presidente socialista chileno Salvador Allende, inaugurando la sangrienta dictadura encabezada por Augusto Pinochet.

    Raimundi comenzó su exposición recordando que en la mañana del ataque al Palacio de La Moneda (sede del Gobierno chileno) lo encontró como estudiante pintando en las paredes de su colegio secundario una frase «que decía ‘Chile hay quien te quiere y quien te USA’, usa con las tres letras mayúsculas», en alusión a la sigla en inglés que identifica a los Estados Unidos.

    A renglón seguido, enumeró ciertas trasformaciones centrales realizadas por el Gobierno del Presidente socialista que, consideró, pudieron motivar el golpe de Estado.

    «El Gobierno de Salvador Allende nacionalizó el cobre -ahora podríamos ponerle litio-, inició una reforma agraria, ensayó una reforma urbana y siempre luchó por el ascenso de las masas obreras y de los estudiantes», recordó, para luego reivindicar el proceso impulsado en Chile por el actual presidente Gabriel Boric para que se conozca «el destino que sufrieron cientos y cientos de desaparecidos» en el país vecino.

    «En Argentina fueron luego 30 mil (desaparecidos), lo recalco en un momento en que está en auge el negacionismo en mi país», agregó, días después del acto negacionista y reivindicatorio de la última dictadura cívico-militar argentina que la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza (LLA), Victoria Villaruel, encabezó en la Legislatura porteña.

    El embajador ante la OEA evaluó que la «metodología cruenta» de las dictaduras que asolaron la región entre las décadas de los 70′ y 80′ «no se puede escindir del proyecto político social y económico«, que imprimieron en los respectivos países.

    «No se trató de un acto de mera maldad, había una racionalidad detrás había que impedir el desarrollo soberano de nuestros pueblos. Se hizo como un instrumento para aplicar modelos de ajuste», señaló, y apoyó sus dichos con un repaso del contexto histórico en el que se replicaron los golpes de Estado en la región.

    Indicó que «el mundo en ese momento se encontraba en una etapa especial» dado por el «crecimiento económico» que entre 1945 y 1970 «había experimentado el capitalismo industrial», período en el que se «duplicaron los bienes y servicios que había sido capaz de construir la humanidad desde el origen de la cultura».

    Dijo, entonces, que «lo que estaba en disputa en ese momento era quién y cómo se iba a administrar y distribuir esa riqueza acumulada: si lo iban a hacer los grandes movimientos populares o lo iba a hacer el capital financiero tras nacionalizado».

    Para Raimundi, en ese escenario mundial «había que financiar ese proceso de transición y los modelos económicos y el endeudamiento crónico y estructural obtenido por las dictaduras en América Latina fue fundamental para consolidar esos modelos económicos».

    El embajador reforzó la idea de que las dictaduras latinoamericanas no produjeron la desaparición de ciudadanos «por la desaparición misma, había que aplicar un modelo económico».

    Raimundi celebró la instauración de los procesos democráticos en la región y que «quienes sostuvieron» las destituciones del expresidente dominicano, Juan Bosh (en 1963) y del guatemalteco Jacobo Árbenz Guzmán (en 1954), o quienes financiaron el Golpe de Estado en Chile hoy copatrocinen esta sesión», de la OEA en conmemoración al derrocamiento de Allende.

    Con todo, advirtió que «la democracia es mucho más que la ausencia de dictaduras» y advirtió sobre el accionar del lawfare para combatir a «líderes que acercan las decisiones políticas de Estado a la voluntad popular» y «llevar adelante exactamente el mismo proyecto de ajuste económico y social», que las pasadas dictaduras.

    «Hoy no son los tanques militares, no son las salas de tortura, las desapariciones. Es otro método, ahora se combina el poder financiero con la concentración mediática y con sectores del poder judicial para llevar adelante exactamente el mismo proyecto de ajuste económico y social», dijo.

    Y agregó: «Nuestros pueblos votan sí, pero no deciden. Entonces cuando surgen líderes que acercan las decisiones políticas de Estado a esa voluntad popular inmediatamente se los tilda, primero de populistas, después se les inventa actos de corrupción, se los persigue judicialmente y se los termina proscribiendo con métodos más cruentos pero para llegar a los mismos objetivos de aquellos golpes de Estado».

    Raimundi juzgó «muy importante» que en la región «se hayan superado aquellos métodos tremendamente crueles» de las dictaduras.

    Y advirtió: «No vaya a ser que dentro de unos cuantos años se vuelvan a desclasificar cables o archivos secretos que reconozcan que se financiaron fundaciones, organizaciones de la sociedad civil, simposios para formar periodistas, jueces, políticos y empresarios para desestabilizar nuestros gobiernos populares y dar golpes blandos, y en definitiva llevar al mismo proyecto político.