El atentado fue dirigido contra el partido religioso conservador Jamiat Ulema-e-Islam (JUI-F), que celebró una asamblea cerca de la frontera con Afganistán.

    Al menos 44 personas murieron y decenas quedaron heridas este domingo en el noroeste de Pakistán por la explosión de una bomba durante un acto organizado por un partido islámico, en un atentado suicida, informaron autoridades.

    El ataque iba dirigido contra el partido religioso conservador Jamiat Ulema-e-Islam (JUI-F), que celebró una asamblea bajo una carpa a la que asistieron más de 400 miembros y simpatizantes en la ciudad de Jar, en la provincia noroccidental de Jíber Pajtunjua, cerca de la frontera con Afganistán.

    «La carpa colapsó por un lado, dejando atrapadas a personas que buscaron escapar de forma desesperada», contó el testigo Abdulá Jan, según la agencia de noticias AFP.

    «Hubo una confusión total, había carne humana, restos de extremidades esparcidas y cadáveres», aseguró.

    Sabeeh Ulá, un simpatizante del partido de 24 años, dijo que sufrió la fractura de un brazo debido a la explosión.

    «Me encontré tirado junto a una persona que había perdido sus piernas, el aire estaba intoxicado con el olor de la carne humana», relató.

    Riaz Anwar, un delegado del Ministerio de Salud en la provincia de Jaiber Pastunjuá, indicó que había 44 muertos y más de 100 heridos.

    En tanto, según el último balance del ministro del Interior en funciones, Feroze Yamal Sha Kakajel, citado por Geo TV, habría unos 200 heridos.

    Al menos 35 heridos fueron trasladados en estado grave hasta la ciudad de Timergara.

    Entre los fallecidos está el líder del partido en la localidad de Jar, el maulana Ziaulá Jan, y el secretario general de la formación en Nawagai, Hamidulá Haqqani, informó la agencia Europa Press.

    El JUI-F está liderado por el clérigo Fazal ur Rehman, uno de los más destacados exponentes islamistas en la política del país y socio menor de la coalición de gobierno.

    En su primera reacción al ataque, el clérigo exigió al primer ministro, Shehbaz Sharif, y al ministro principal del Estado, Azam Jan, una investigación inmediata de lo acontecido antes de llamar a la calma a sus seguidores.

    Sharif anunció que ordenó investigar lo ocurrido e identificar a los responsables.

    El inspector general de la Policía en la provincia Jíber Pajtunjua, Ajtar Hayat Jan, confirmó que la investigación preliminar reveló que se trató de un atentado suicida.

    «Fue un atentado suicida y el atacante se hizo explotar cerca del escenario», dijo el funcionario.

    Las imágenes del lugar de la explosión que circulaban en las redes sociales mostraban cuerpos esparcidos y voluntarios ayudando a las víctimas ensangrentadas a subir a las ambulancias.

    La Asamblea Nacional de Pakistán va a disolverse en las próximas semanas, antes de las elecciones previstas para octubre o noviembre, y los partidos políticos están en campaña.

    Hasta este domingo por la noche (la tarde en la Argentina), ningún grupo se había atribuido la responsabilidad del ataque.

    El brazo local del grupo Estado Islámico (EI) llevó a cabo recientemente ataques contra JUI-F.

    El año pasado, EI dijo que estaba detrás de los ataques violentos contra los eruditos religiosos afiliados al partido, que tiene una enorme red de mezquitas y escuelas en el norte y el oeste del país.

    El grupo yihadista acusa a JUI-F de hipocresía por ser un grupo islámico religioso que apoya a sucesivos gobiernos y a los militares.

    En tanto, Pakistán sufre también un importante aumento de los ataques desde que los talibanes afganos volvieron al poder en Kabul en 2021.

    La provincia de Jíber-Pajtunjua, fronteriza con Afganistán, es una de las más conflictivas del país y es la base de operaciones de los Tehrik e Taliban Pakistán (TTP), los conocidos como «talibanes paquistaníes», que han incrementado sus atentados tras dar por finalizado el alto el fuego en noviembre de 2022.

    Este grupo ha dirigido sus operaciones contra los funcionarios de seguridad y agentes de la policía.

    El grupo TTP, que difiere de los talibanes afganos en asuntos organizativos pero sigue la misma interpretación rigorista del islam suní, aglutina a más de una docena de grupos de militantes islamistas que operan en Pakistán, donde han matado a unas 70.000 personas en dos décadas de violencia.

    En enero, un atacante suicida vinculado a los talibanes de Pakistán se inmoló en una mezquita dentro de un recinto policial en la ciudad noroccidental de Peshawar, matando a más de 80 agentes.

    Los ataques se centraron en las regiones que limitan con Afganistán.

    Islamabad alega que algunos están siendo planeados en suelo afgano, una acusación que Kabul niega.

    Analistas dicen que combatientes en las zonas tribales adyacentes a Peshawar y en la frontera con Afganistán han ganado fuerza desde el regreso al poder de los talibanes en Kabul.

    «Esto forma parte de la violencia terrorista que parece estar en aumento en Pakistán antes de las elecciones para crear una sensación de inestabilidad que podría llevar un aplazamiento de las elecciones», explicó Imtiaz Gul, director ejecutivo del Centro de Investigación y Estudios de Seguridad, con sede en Islamabad.

    El vocero del gobierno afgano, Zabihulá Mujahid, condenó el ataque y expresó «su más sentido pésame con las familias afectadas».

    Desde la oposición, el presidente del Partido Popular de Pakistán (PPP), Bilawal Bhutto Zardari, instó al Gobierno a llevar a los «responsables y terroristas» ante la justicia y trasladó sus condolencias a las familias de los fallecidos.