La modificación de la edad que actualmente es de 62 años, dispondría un piso de 64 para poder acceder a la jubilación. En rechazo a esta iniciativa promovida por el gobierno de Emmanuel Macron, se prevén para este martes 250 concentraciones en todo el país.
Sindicatos y partidos de la oposición francesa comenzaron este martes una nueva jornada de huelgas y movilizaciones contra la reforma de las jubilaciones promovida por el gobierno de Emmanuel Macron, sin grandes incidentes pero sí con complicaciones en el transporte y bloqueos en cientos de escuelas.
Los grandes sindicatos han unido sus voces para tratar de repetir el éxito de la gigantesca protesta del 19 de enero, cuando un millón de ciudadanos -según cifras oficiales, el doble para los organizadores- se volcaron a las calles en las principales ciudades del país para manifestar su oposición a la iniciativa, que pretende un piso de 64 años de edad (el actual es de 62) para que un trabajador acceda a la jubilación, reseñó la agencia de noticias Europa Press.
La huelga contaba este martes a la mañana con fuerte acatamiento en los transportes, particularmente en el subte de París, los trenes de cercanías de la región parisina y los ferrocarriles de provincia, donde la circulación era cercana a cero, apuntó AFP.
La misma fuente añadió que, producto de la medida de fuerza, este martes se podía encontrar «escuelas cerradas, trenes anulados y una caída de la producción eléctrica».
El diario Le Monde indicó que para este martes se prevén 250 concentraciones en todo el país «de Arras a Marsella pasando por Toulouse y Reunión». En París, la marcha partirá de la Place d’Italie a las 14 (las 10 en la Argentina).
La huelga en el sector energético provocó una caída de producción en las centrales nucleares de «casi 3.000 MWh», según la empresa EDF. Entre un 75% y un 100% del personal de las refinerías y de los depósitos de TotalEnergies se unieron al paro, según la central sindical CGT.
La nueva jornada de protesta podría aumentar la tensión en la Asamblea Nacional (Cámara baja), que comenzó este lunes el examen en comisión de la reforma y que tiene menos de una semana para debatir las 7.000 enmiendas presentadas antes de que llegue al pleno el lunes próximo.
Con el rechazo ya anunciado del frente de izquierdas Nupes y de la extrema derecha, el gobierno espera el apoyo del partido de derecha Los Republicanos (LR), favorable a una reforma pero dividido sobre sus características.
Las reformas de Emmanuel Macron
Desde su llegada al gobierno en 2017, Macron, de 45 años, defendió su voluntad de «sacudir» el sistema con sus reformas de corte liberal, que en ocasiones han impulsado su imagen de «presidente de los ricos», como durante la protesta social de los chalecos amarillos, iniciada en octubre de 2018.
La reforma de las pensiones es clave en su estrategia. Después de que la pandemia lo obligara a retirar un primer intento, el gobierno escogió un polémico procedimiento parlamentario que le permite aplicar el recurso de sacar la reforma por decreto si para fines de marzo no hubo sanción del Congreso.
El rechazo a la reforma se sitúa actualmente en torno del 70%, según los sondeos. Además, una encuesta de Odoxa estableció que dos de cada tres franceses consideran a Macron un mal presidente y a Élisabeth Borne una mala primera ministra.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) salió este lunes al rescate del gobierno al expresar su apoyo a la reforma, que junto a la aprobada sobre el seguro por desempleo, permitiría que Francia reduzca su deuda pública, situada por encima del 110% del PIB.
El proyecto establece un retraso progresivo hasta 2030 de la edad de jubilación de 62 a 64 años y el adelanto ocho años a 2027 de la exigencia de cotizar 43 años -y no 42 como ahora- para cobrar una pensión completa.
Sin embargo, la edad de jubilación en la segunda economía de la Unión Europea (UE) es una de las más bajas de Europa y, de salir adelante la reforma, Francia se acercaría a los 65 años de España o a los 67 de Dinamarca.