Los primeros sondeos sobre el programa Ahora 30 advierten una serie de problemas: un shock de precios inicial y los límite al financiamiento con tarjetas de crédito que no se actualizan. Esos factores pueden hacer peligrar los alcances del programa de fomento al consumo. Ahora 30 permite acceder a un financiamiento en cuotas fijas para la compra de televisores, aires acondicionados, heladeras, lavarropas y celulares de fabricación nacional.

    Con un tope en el precio de venta al público sin intereses de 200.000 pesos (que al sumar el financiamiento se eleva a 400.000 pesos) y para el caso específico de los celulares un tope de 120.000 pesos, el programa está orientado a financiar el consumo de la clase media. Se excluyen los artículos de alta gama, pequeños electrodomésticos y otros bienes.

    Respecto del costo del fondeo, el programa ofrece una tasa de interés nominal anual del 48 por ciento que es la mitad de lo que ofrece hoy el mercado. Aun contemplando que el costo financiero total es más alto, se acerca al 80 por ciento. Pero ese costo, estiman los analistas, a su vez será menor que la inflación proyectada para un lapso cercano a dos años. La última estimación promedio del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) apunta una inflación del 91,3 por ciento para 2023 y del 72,2 por ciento para 2024.

    Sin embargo, muchas veces las empresas cargan el diferencial entre la tasa de interés que ofrece el programa y la tasa de mercado al precio final de venta del artículo.

    Un segundo problema es que los bancos no están actualizando el monto de financiación con tarjetas de crédito, pese a que es una operación sencilla que supo realizarse de manera automática. Esto tiene que ver con la lógica de negocios de los bancos, a los cuales no les resulta redituable programas como el Ahora 30. Y son los bancos quienes negocian estos topes con las tarjetas de crédito.

    Desde la secretaría de Comercio, que conduce Matías Tombolini, indicaron que están manteniendo conversaciones con el sector para ver posibilidades de ampliación de dichos límites de manera particular con cada cliente. Todavía es prematuro hablar de un desenlace de esas negociaciones.

    Otro aspecto a tener en cuenta es la tendencia macroeconómica a la merma de los ingresos reales de buena parte de la población, y el hecho de que muchas familias ya tienen la tarjeta de crédito en el límite de consumo. Por ese motivo puede verse erosionado el alcance del programa Ahora 30, ya que no es viable reducir el stock de deuda de la tarjeta de crédito de modo de no sobrepasar los límites antes mencionados de aquí al 22 de diciembre, cuando caduca el programa.

    Si se contempla que en promedio los límites para la compra con tarjeta de crédito oscilan entre 1 y 2 salarios para nuevos clientes, y entre 1 y 4 salarios para las compras en cuotas, y también que la Remuneración imponible promedio de los trabajadores estables (RIPTE) es de 155.611 pesos, según los últimos datos oficiales disponibles para el mes de agosto, es sencillo advertir que habiendo financiado cierta dinámica de consumo una familia puede fácilmente agotar el monto excedente para acceder a las compras con el Ahora 30.

    Se trata de un conjunto de detalles sobre los que invita a pensar el perfeccionamiento de una política de fomento al consumo focalizada como es el Ahora 30, para que efectivamente logre alcanzar a un grupo relevante de la población de clase media argentina.