El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, promulgó la ley refrendada la semana pasada en el Congreso luego de semanas de arduas negociaciones entre demócratas y republicanos que suspende el límite de endeudamiento hasta 2025 y permite así que el país evite el default. Sin esta legislación, la mayor economía mundial corría el riesgo de no poder afrontar sus compromisos de deuda desde el lunes.

    «Cuando asumí el cargo, el déficit había aumentado cada uno de los cuatro años anteriores. Nuestro acuerdo presupuestario bipartidista se basará en nuestro progreso para cambiar ese rumbo», advirtió Biden este domingo en su cuenta de Twitter. El mandatario demócrata aseguró que luchó para «asegurar un acuerdo presupuestario que proyecta el seguro social, el plan Medicare, el ACA (ley de protección del paciente) y los programas en los que confían millones de estadounidenses trabajadores».

    Los detalles del acuerdo

    La medida suspende el techo de deuda para los próximos dos años, hasta después de las elecciones presidenciales de noviembre de 2024. En concreto, suspende el actual límite de deuda de 31,4 billones de dólares hasta el primero de enero de 2025. A cambio, el acuerdo alcanzado durante el fin de semana contempla, entre otros, topes al gasto en programas financiados por el Congreso en ámbitos como la salud, la educación, la justicia o la protección del medio ambiente.

    En paralelo, recorta parte de los nuevos fondos destinados a la Hacienda pública para reasignarlos a partidas que no sean de defensa y contempla la reanudación de los pagos por parte de los estudiantes universitarios de la deuda que tengan acumulada. A su vez, endurece los requisitos de trabajo para acceder a prestaciones sociales, como los bonos de alimentos, y rescinde 28 mil millones de dólares no gastados que habían sido asignados a programas de ayuda frente a la pandemia.

    Tira y afloje en el Congreso

    La legislación, que había sido aprobada el miércoles por la Cámara de Representantes, es el resultado de un acuerdo logrado tras varios días de maratónicas negociaciones entre Biden y el presidente de la Cámara Baja, el republicano Kevin McCarthy. Su aprobación por parte del Senado en la madrugada del viernes, donde alcanzó una cómoda mayoría de 63 a 36, se dio pocos días antes de que la caja del país se quedara sin liquidez, lo que estaba previsto para el lunes cinco de junio, según la estimación de la secretaria del Tesoro Janet Yellen.

    «Nada hubiera sido más irresponsable. Nada hubiera sido más catastrófico», apuntó Biden, que había admitido que «nadie logra todo lo que desea en una negociación». Los términos del acuerdo bipartidista eran rechazados por varios legisladores conservadores republicanos, que consideraban que los recortes del gasto no eran suficientes, así como por algunos congresistas progresistas demócratas, que creían que iban demasiado lejos.

    Biden piensa en 2024

    «Encontrar un consenso más allá de las diferencias partidistas es difícil. La unidad es difícil, pero nunca debemos dejar de intentar», planteó Biden, quien repitió así el mensaje de reconciliación que marcó el inicio de su mandato y ahora es la consigna de su campaña para 2024. Biden se promociona como un luchador por la justicia social y fiscal y repitió varias veces que se opone a los recortes presupuestarios masivos que afectarían a los trabajadores y hogares más precarios.

    En su discurso del viernes, Biden defendió un aumento de los impuestos a los más ricos y destacó el trabajo bipartidista para llegar a un acuerdo: «Ambas partes actuaron de buena fe. Ambas partes cumplieron su palabra». Estados Unidos superó en enero el límite máximo de emisión de deuda pública, que es de 31,4 billones de dólares, y desde entonces se aplicaron medidas extraordinarias que solo permitían cumplir con las obligaciones por un tiempo.

    En un principio, Biden quería lograr la aprobación del aumento del techo de deuda sin condiciones, pero después de meses de negociaciones tuvo que ceder ante McCarthy y los republicanos, que aseguraron que no lo aprobarían si no se incluían recortes en el gasto. El límite de deuda fue elevado más de cien veces para permitir que el gobierno cumpla con sus compromisos de gastos, por lo general sin drama y con el apoyo de los demócratas y republicanos.

    Ambas partes consideran que aumentar el límite de deuda es negativo en términos políticos, pero reconocen que no hacerlo hundiría la economía estadounidense en una recesión, sacudiendo además los mercados mundiales. Pese a que el país evitó un default, la agencia Fitch decidió mantener la perspectiva de la calificación de deuda de Estados Unidos en «vigilancia negativa» mientras evalúa «las implicaciones totales de este episodio».