Lautaro Martínez se dio el gran gusto de su carrera. El 18 de diciembre de 2022 jugó en Doha la final del Mundial de Qatar entre la Argentina y Francia. Y el sábado 10 de junio jugará en Estambul, la capital de Turquía, la gran final de la Champions League con el ganador de la llave entre Manchester City y Real Madrid. Con un gol suyo en el segundo tiempo, Inter venció 1 a 0 a Milan y con un resultado global de 3 a 0, luego de 13 años, volverá a jugar el partido más importante de Europa a nivel de clubes.

    «Jugar la final de la Champions es algo increíble, pero el objetivo ahora es ganarla. Demostramos lo que significa esta casaca para nosotros. La alegría que siento es inmensa» dijo el centrodelantero y capitan del Inter tras el partido. A los 28 minutos de la segunda etapa y luego de una habilitación corta en el área grande del belga Romelu Lukaku, Lautaro sacó un zurdazo fuerte que se metió entre el primer palo y el arquero francés Mike Maignan. Fue el corolario de un partido sólo discreto pero que casi nunca dejó de estar bajo el control del Inter.

    Salvo los primeros diez minutos de juego en los que Milan tuvo dos situaciones claras para empezar a emparejar la serie, Inter pudo manejar los dos goles de ventaja con los que empezó el encuentro. En verdad, Inter hizo lo lógico: le tiró la responsabilidad del partido a Milan. Y Milan no supo que hacer con todo eso. Nunca encontró por donde entrar, se reiteró en una posesión lateral e improductiva y ni siquiera tuvo un impulso emocional mínimo como para llevarse por delante a Inter. Lo único que hizo fue tirarle la pelota al área a Giroud. Pero nunca pudieron localizar al centrodelantero francés, bien tomado por los tres centrales negriazules (Darmian. Acerbi y Bastoni).

    Más armónico, con mejor funcionamiento y mejores recursos para mover la pelota, Inter jugó con la serenidad que le otrogaba el 2 a 0 de la ida. Y en ese contexto, Lautaro Martínez fue la figura. Además de haber marcado el gol que garantizó la clasificación, volvió a jugar por detrás del bosnio Edin Dzeko, no tan de punta sino más retrasado y dio una mano importante a la hora de la contención y de generar juego viniendo desde atrás. Una actuación completa que coronó con el gol y que lo hace vivir un sueño de millones: jugar en la misma temporada, los dos partidos más importantes del fútbol mundial: las finales de la Copa del Mundo y de la Champions.