Comunicaciones, con un impacto muy fuerte de celulares, fue el rubro con mayor impacto. Alimentos y Bebidas volvió a tener una suba por encima de los 8 puntos.

    A días de que el INDEC de a conocer el IPC de marzo, los datos de consultoras e instituciones privadas siguen marcando que el mes serán, muy probablemente, el de más alta inflación en todo el Gobierno de Alberto Fernández. Según el último informe del Instituto Estadístico de los Trabajadores, dependiente de la UMET, hubo en el período un alza de 7,5 por ciento en el nivel de precios, lo que marcó una aceleración de 1,2 puntos en relación al mes de febrero.

    «De este modo, la inflación alcanzó el 20,6% en el primer trimestre del año, cifra que si se anualiza para el resto del año se transforma en un 112%. En tanto, la inflación interanual (esto es, contra el mismo mes del año previo) alcanzó al 104,6% y mostró la catorceava aceleración consecutiva», destacó el trabajo.

    Asimismo, visto por rubros, especificaron que la inflación de marzo estuvo motorizada por Comunicaciones (+12%), impulsada por alzas superiores al 15% en telefonía celular. En segundo lugar, estuvo Otros bienes y servicios (+9,7%), empujada por productos de higiene personal (como papel higiénico, cepillos de dientes, pañales y jabón de tocador) y cigarrillos. Mientras que Alimentos y bebidas, el capítulo de mayor peso en la canasta, trepó 8,3% en marzo, destacándose infusiones, frutas y carnes. El dato particular es que todos los capítulos de la canasta subieron por encima del 4% mensual, «lo que denota una inflación generalizada a la mayoría de los rubros».

    Los precios explican el nivel de pobreza

    La segunda parte del informe del IET analiza los datos recientes publicados de mercado de trabajo y pobreza y concluye que el impacto inflacionario es clave en el fenómeno. «El año 2022 fue sumamente anómalo: la economía creció, el empleo se expandió con fuerza (tanto en los segmentos formales como particularmente en los informales) y la tasa de desocupación alcanzó el menor valor desde 1992», destacan. Y agregan que, no obstante, «la aceleración inflacionaria y la caída de los ingresos reales en la mayoría de las familias explica por qué la pobreza subió del 37,3% en el segundo semestre de 2021 al 39,2% en mismo período de 2022, a pesar del crecimiento económico».

    De este modo, la pobreza se ubicó así en el valor más alto desde 2006 (exceptuando la pandemia). Es la primera vez en el siglo XXI, destacan en UMET, «que ocurre este fenómeno de crecimiento económico con alza de la pobreza, que se había dado por última vez en los años ’90». No obstante, aclaran, las diferencias con dicha década son importantes: en ese entonces, la pobreza subió en un contexto de baja inflación y drástica suba del desempleo; en contraste, en 2022 se incrementó la pobreza en un contexto de desempleo bajo e inflación galopante.

    Para el IET «hay un dato todavía más curioso que es que, a pesar de que los alimentos subieron por encima del promedio de los precios, la indigencia no subió en 2022 -incluso bajó levemente, a contramano de lo ocurrido con la pobreza-. Ello se explica porque los ingresos del 10% más pobre tuvieron un mejor desempeño interanual que los del resto de la población y le ganaron a la inflación». Detrás de este fenómeno, estimaron, se encuentran dos factores: los ingresos en el decil más bajo son los más procíclicos de todos (esto es, en recesiones se desploman más que el resto y viceversa), y además las políticas de transferencias de ingresos se mantuvieron -e incluso ampliaron- a lo largo de estos años.

    Los sueldos privados

    El informe del IET se detiene, además, en lo ocurrido en el empleo asalariado registrado en el sector privado, que en enero de 2023 (último dato disponible) anotó la 30ma suba consecutiva y terminó de recuperar todo lo perdido durante la crisis de 2018-2019. De este modo, en la actualidad el nivel de empleo asalariado registrado privado está en máximos históricos en términos absolutos. «No obstante -afirman- este dato se relativiza si consideramos que la población argentina crece alrededor del 1% anual. En efecto, la cantidad de asalariados privados formales cada 1.000 habitantes, si bien se recuperó en los últimos dos años, se encuentra muy por debajo del pico histórico de fines de 2011, a partir de cuando comenzó un sostenido declino producto del estancamiento económico que caracterizó a la economía doméstica desde entonces. El informe concluye con un análisis de lo que viene ocurriendo con el empleo formal en las distintas provincias».

    Por último, el trabajo destaca que 23 de 24 jurisdicciones tienen más empleo formal que a fines de 2019 y 10 están en su pico histórico en términos absolutos, incluyendo la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. En el otro extremo, Tucumán, CABA, Jujuy y Mendoza han sido las de peor dinamismo y no logran superar los niveles de principios de 2019.