La casa de ladrillos fue pulverizada. Todo lo que queda de ella es el piso regado de objetos personales, una mochila rosa, un frasco de champú milagrosamente en pie. Tras el violento tornado que arrasó Rolling Fork, en Mississippi, los habitantes de esta localidad recién se están cayendo en la cuenta de cómo cambiarán sus vidas.
En este domingo caluroso y soleado, bajo un cielo azul, aunque se auguran nuevas tormentas, todos comenzaron a regresar al pueblo que ofrece un paisaje de casas destrozadas y árboles caídos: quieren evaluar los daños y salvar las pertenencias. Y han venido porque estos escombros son todo lo que queda de sus vidas previas a la noche del viernes, cuando un tornado mató al menos a 25 personas en todo este estado del sur del país, al menos 13 de ellos en Rolling Fork, que tiene 2.000 habitantes.
«Veinte años de mi vida se fueron en un tris», dice Shirley Stamps, de 58 años, frente a su cama cubierta de polvo y pedazos de madera. «Pero alabado sea Dios, alabado sea Dios», añade con fervor. «Estamos aquí, estamos vivos».
El tornado EF-4 nocturno arrasó gran parte de la comunidad de Rolling Fork, que experimentó vientos máximos 274 km/h. Los tornados EF-4 y EF-5 se consideran «violentos» y extremadamente raros, y representan alrededor del 1 por ciento de todos los tornados. El último de este tipo golpeó Mississippi fue el 19 de abril de 2020.
Un infierno de viento
Esa noche, Shirley acababa de cenar con su familia y estaba a punto de ponerse el camisón, cuando escuchó un viento preocupante. El ruido aumentaba, la amenaza se volvía más precisa. Su nieta estaba bañándose y Shirley golpeó la puerta para que toda la familia se refugiara en el baño, la pieza más segura de la vivienda. El domingo, a excepción de parte de la fachada, el baño era la única habitación de la casa que quedaba en pie.
Al otro lado de la calle, Shakeria Brown, con aspecto sombrío, inspecciona su auto, aplastado por un árbol. Su casa casi se derrumbó. «Estaba sentada en el sofá con mi hija de ocho meses cuando las ventanas comenzaron a temblar», dijo la joven de 26 años. Luego «explotaron, el techo cedió sobre mí y empezó a llover».
Shakeria se cubrió la cabeza con una manta para tratar de abrigarse con su bebé, hasta que una vecina logró sacarla de ese infierno. Por ahora, se está quedando con amigos. Pero tendrá que encontrar una solución, porque «tardará una eternidad» en despejar y limpiar la zona. «El dueño no va a reconstruir», dice. Este último, propietario de varias casas en este barrio predominantemente negro y de bajos recursos, lo confirma.
«¿Qué podemos hacer?», se pregunta un afroamericano que prefiere permanecer en el anonimato, observando la devastación con aire estoico. El seguro no alcanzará para la reconstrucción en esta región, «una de las más pobres de Estados Unidos», dice. A menos que intervenga el Estado federal, «se limpiará y luego quedará vacío», concluye.
Kimberly Berry, de 46 años, trabaja en una planta procesadora de pescado y vive entre Rolling Fork y Silver City, otra localidad devastada por el tornado. Su casa fue arrasada por la tormenta, que se llevó paredes y techo, dejando solo el piso de madera, una cómoda, una tina y pertenencias personales esparcidas.
El tornado fue selectivo. A lo largo de varios kilómetros, algunas zonas quedaron intactas y a pocos metros, la devastación. El seguro no cubre nada, dijo Kimberley, porque construyó en un terreno inundable: planea comprar una casa rodante.
Dorthy Berry, de 65 años, sentada bajo una sombrilla junto a sus hermanas mientras alguien reparte botellas de agua y sándwiches, le envía un mensaje al gobierno federal: «Necesitamos ayuda». «No te sientas mal», lanza esta maestra a una periodista que apenas tuvo tiempo de refugiarse en una iglesia ante el desastre. «Estoy llena de gratitud. Seguimos vivos, eso es todo lo que importa».
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aprobó este domingo una declaración de desastre para algunas zonas de Mississippi resultado de los 10 tornados confirmados en Mississippi, Alabama y Tennessee el viernes por la noche. La declaración presidencial permite que la ayuda federal contribuya a los esfuerzos de recuperación en los condados de Mississippi: «La asistencia puede incluir subvenciones para viviendas temporales y reparaciones, préstamos de bajo coste para cubrir pérdidas de propiedades no aseguradas y otros programas para ayudar a individuos y propietarios de negocios a recuperarse de los efectos del desastre», agregó la Casa Blanca.