Estados Unidos llevó este miércoles a una astronauta rusa a la Estación Espacial Internacional (EEI) en un cohete de SpaceX, en un viaje que tiene un significado simbólico en medio de la guerra de Ucrania.
«Hagámoslo», dijo, poco antes del despegue la comandante de la misión de la misión Crew-5, Nicole Mann, primera estadounidense de origen nativo enviada al espacio.
Anna Kikina, la única mujer cosmonauta rusa en activo, es parte de la tripulación Crew-5, en la que también hay dos estadounidenses y un japonés. Es la quinta misión a la EEI en una nave de SpaceX dirigida por la NASA.
El despegue se produjo cerca del mediodía del miércoles desde el Centro Espacial Kennedy de Florida, con buenas condiciones meteorológicas.
Hace quince días, un estadounidense fue a la EEI a bordo de un cohete ruso Soyuz.
Este programa de intercambio de astronautas, previsto desde hace tiempo, se ha mantenido a pesar de las tensiones entre ambos países desde que Rusia invadió Ucrania en febrero.
El mantenimiento de la EEI se ha convertido en uno de los pocos campos en los que Washington y Moscú cooperan.
Transportar a ciudadanos de otra nación es «una gran responsabilidad», dijo Kathy Lueders, administradora asociada de la NASA, en una conferencia de prensa a finales de septiembre.
«Desde el punto de vista operativo, hemos apreciado mucho la consistencia de la relación, incluso en un momento geopolítico muy difícil», dijo sobre la relación que la agencia espacial estadounidense mantiene con Roscomos, su par rusa.
Entrega
Anna Kikina, de 38 años e ingeniera de formación, se convierte en la quinta mujer astronauta profesional rusa que viaja al espacio. «Espero que en un futuro próximo haya más mujeres en el cuerpo de cosmonautas», declaró a la AFP en agosto.
Este será también el primer vuelo espacial para los estadounidenses Nicole Mann y Josh Cassada, y el quinto para el japonés Koichi Wakata.
Está previsto que la cápsula que los lleva a la ISS –que orbita a unos 400 km de la Tierra– se acople tras 30 horas de vuelo.
Los cinco astronautas se unirán a otros siete que ya están instalados en el la estación (dos rusos, cuatro estadounidenses y un italiano).
Cuatro miembros que viajaron en la anterior misión regresarán a la Tierra en unos días luego de hacer el relevo.
La tripulación de la Crew-5 estará cinco meses en órbita y realizará más de 200 experimentos científicos.
Kikina también es la primera rusa en subirse en un cohete Falcon 9, de la empresa del polémico multimillonario Elon Musk.
Futuro flotante
Las tensiones entre Moscú y Washington han aumentado también en el sector espacial tras el anuncio de las sanciones estadounidenses contra la industria aeroespacial rusa en respuesta a la invasión de Ucrania.
Moscú anunció este verano boreal que abandonará la ISS «después de 2024», sin precisar una fecha concreta, para crear su propia estación orbital.
El director de vuelos espaciales tripulados de Roscosmos, Sergei Krikaliov, dijo el lunes que «espera» que el gobierno ruso acepte prolongar su participación en la ISS más allá de 2024.
Estados Unidos ya ha dicho que quiere seguir en el proyecto hasta 2030.
La EEI no puede funcionar sin uno de los dos segmentos que la componen, uno estadounidense y otro ruso.
Este último se encarga de mantener la EEI en órbita mediante un sistema de propulsión.
Entre 2011 y el primer vuelo de SpaceX a la ISS en 2020, Rusia fue el único país capaz de transportar astronautas a la estación, viajes por los que cobraba a la NASA.
La pérdida de este monopolio representa una importante caída de ingresos para el programa espacial ruso.
El intercambio de astronautas de este año, que se repetirá en el futuro, es sin compensación económica.